miércoles, 30 de noviembre de 2011

El amor también muere

You built me up, broke me down, tore me to shreds, you were my dream and I don´t love you anymore.


Hace unos años dos personas se enamoraron.
Se prometieron amor eterno, un futuro juntos, vacaciones en el mar y una hija igualita a ella.
Este amor era tan grande que tomó forma física. Al principio era tan pequeño como un botón pero fue creciendo hasta que inclusive empezó a moverse por sí mismo. 
Este ente los seguía a todos lados: cuando comían, cuando rendían un exámen, cuando visitaban amigos, a veces hasta se metía en sus sueños y viajaba a la India o comía torta en un pueblito de Córdoba.
En ocasiones, se comportaba de la manera más insólita: los miraba fijamente cuando se cepillaban los dientes, hacía ruido en el cine, cambiaba de canal y ponía "Bailando por un Sueño" o insultaba a los vecinos cuando lo saludaban.
Un día cuando él volvía del trabajo y se quiso subir al colectivo, el colectivero le exigió que este ser también pagara el boleto.
"Si no paga, no sube, pibe", amenazó.
Él se dió cuenta que no le alcanzaban las monedas para dos boletos y, además, reconoció que le gustaba la idea de volver a su casa solo para variar.
Entonces lo dejó ahí, en la parada del 152 con la promesa de que regresaría al día siguiente.
El ente, al encontrarse solo se puso nervioso, lloraba, saltaba, hacía ruidos extraños, en un momento, le pareció reconocer a ella en la vereda de enfrente. Fue entonces cuando cruzó la calle sin mirar.



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